lunes, 24 de junio de 2013

Quería convencerme de que lo que me pasaba era típico pese a las abundantes pruebas en contra; como mi prima que había encontrado al amor de su vida, después de pasarse años sin confesarle a su mejor amigo que lo amaba. Estaba feliz, había querido ser su novia toda su vida, me dijo. Y me confesó que llevaba años comprando tarjetas de amor a escondidas con dedicatorias para él, metiéndolas debajo de la cama para que mi tía no las vieras. Vi la alegría en su rostro y la reconocí. Era la misma alegría que ilumina el rostro de mi amiga Do cuando habla de su novio y de comida. Y la misma alegría que había iluminado mi rostro la primera vez que comencé a recortar (y guardar debajo de la cama como mi prima) esos maravillosos lugares a los quiero viajar antes de morir. Y pensé. <Mientras seguir guardando recortes de mis países y lugares de ensueño o pensar en comida no me haga tan feliz como iniciar una relación, no puedo tener un novio>. Esta parte de mi historia les sonara muy repetida, pero yo apenas me di cuenta. Escribir es pensar dos veces, y al pensar por segunda vez esta situación me doy cuenta que “Santo Dios, aun estoy aterrada del amor” Ni caer desde lo alto de una montaña escalando me asusta más que darle una oportunidad a alguien. Mi elocuente Do me molesta diciendo <En precipicios muy altos has estado y tienes miedo de una sola cita mujer> Y pues sí. a veces estar al borde del precipicio es mucho menos complicado y doloroso, que estar con un mortal.

viernes, 14 de junio de 2013

La tristeza profunda es a veces casi como un lugar especifico, como una coordenada en un mapa del tiempo. Cuando estás perdido en el océano del dolor no se puede imaginar que puedas encontrar el camino hacia un lugar mejor... Pero si alguien asegura que ellos mismos han estado en el mismo lugar, y han logrado salir, a veces sirve para darte esperanza.

¿Como lograron salir? es para una amiga.

miércoles, 5 de junio de 2013

Fue tirada en el piso de mi habitación, leyendo en voz alta esa lista de cosas por aprender antes de morir que guardo entre mi libro favorito, cuando empecé a curarme el alma. Llegue a la universidad y las clases de escalada consumida y en ruinas. Entonces no sabía lo que me merecía, puede que aun no sepa bien lo que me merezco. Pero si se que en los últimos tiempos me he reconstruido a mí misma, disfrutando de placeres inofensivos, y que hoy soy una persona mucho más pura. Para explicarlo más sencillo y entendible es decir; He engordado. Ahora existo más que hace un año. Y voy en busca de nuevos placeres pese a que esta vida y por primera vez, no le pertenece a nadie más que a mí.

sábado, 1 de junio de 2013

Buda dice que el sufrimiento humano tiene su origen en el deseo. Y sabemos de sobra que tiene razón! Todos los que hemos deseado algo sin conseguirlo (o peor aún, lo hemos perdido después de conseguirlo) sabemos bien cuál es el sufrimiento del que habla Buda. Quizá lo más torturante de todo sea desear a una persona. Cuando deseas a alguien de verdad es como si cosieras tu felicidad a su piel con hilo. A partir de ese momento toda separación o problema produce un dolor sangrante. Pero quieres conseguir tu objeto de deseo por encima de todo, como sea, para pasar el resto de la vida juntos. Y solo puedes pensar en eso. Esta pasión te puede atrapar hasta el punto donde dejas de ser quien eres. Lo malo es que todos estamos dominados por el deseo, es como una marca en nuestra existencia en donde si no tienes cuidado puede destrozar la vida propia y ajena de una.