Quería convencerme de que lo que me
pasaba era típico pese a las abundantes pruebas en contra; como mi prima que
había encontrado al amor de su vida, después de pasarse años sin confesarle a
su mejor amigo que lo amaba. Estaba feliz, había querido ser su novia toda su
vida, me dijo. Y me confesó que llevaba años comprando tarjetas de amor a
escondidas con dedicatorias para él, metiéndolas debajo de la cama para que mi
tía no las vieras. Vi la alegría en su rostro y la reconocí. Era la misma alegría
que ilumina el rostro de mi amiga Do cuando habla de su novio y de comida. Y la misma alegría que
había iluminado mi rostro la primera vez que comencé a recortar (y guardar debajo
de la cama como mi prima) esos maravillosos lugares a los quiero viajar antes
de morir. Y pensé. <Mientras seguir guardando recortes de mis países y
lugares de ensueño o pensar en comida no me haga tan feliz como iniciar una relación, no puedo tener un novio>. Esta parte de mi historia les sonara muy
repetida, pero yo apenas me di cuenta. Escribir es pensar dos veces, y al
pensar por segunda vez esta situación me doy cuenta que “Santo Dios, aun estoy
aterrada del amor” Ni caer desde lo alto de una montaña escalando me asusta más
que darle una oportunidad a alguien. Mi elocuente Do me molesta diciendo <En
precipicios muy altos has estado y tienes miedo de una sola cita mujer> Y pues
sí. a veces estar al borde del precipicio es mucho menos complicado y doloroso, que
estar con un mortal.
lunes, 24 de junio de 2013
viernes, 14 de junio de 2013
La tristeza profunda es a veces casi como un lugar especifico,
como una coordenada en un mapa del tiempo. Cuando estás perdido en el océano del dolor no se puede imaginar que puedas encontrar el camino hacia un lugar
mejor... Pero si alguien asegura que ellos mismos han estado en el mismo
lugar, y han logrado salir, a veces sirve para darte esperanza.
¿Como lograron salir? es para una amiga.
miércoles, 5 de junio de 2013
Fue tirada en el piso de mi habitación, leyendo en voz alta esa lista de cosas por aprender antes de morir
que guardo entre mi libro favorito, cuando empecé a curarme el alma. Llegue a
la universidad y las clases de escalada consumida y en ruinas. Entonces no sabía lo que me merecía, puede que aun no sepa bien lo que me
merezco. Pero si se que en los últimos tiempos me he reconstruido a mí misma, disfrutando de placeres inofensivos, y que hoy soy una persona
mucho más pura. Para explicarlo más sencillo y entendible es decir; He engordado. Ahora existo más que hace un año. Y voy en busca de nuevos placeres pese
a que esta vida y por primera vez, no le pertenece a nadie más que a mí.
sábado, 1 de junio de 2013
Buda dice que el sufrimiento humano tiene su origen en el
deseo. Y sabemos de sobra que tiene razón! Todos los que hemos deseado algo sin
conseguirlo (o peor aún, lo hemos perdido después de conseguirlo) sabemos bien cuál
es el sufrimiento del que habla Buda. Quizá lo más torturante de todo sea
desear a una persona. Cuando deseas a alguien de verdad es como si cosieras tu
felicidad a su piel con hilo. A partir de ese momento toda separación o
problema produce un dolor sangrante. Pero quieres conseguir tu objeto de deseo
por encima de todo, como sea, para pasar el resto de la vida juntos. Y solo
puedes pensar en eso. Esta pasión te puede atrapar hasta el punto donde dejas
de ser quien eres. Lo malo es que todos estamos dominados por el deseo, es como
una marca en nuestra existencia en donde si no tienes cuidado puede destrozar
la vida propia y ajena de una.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)