Volvió a encender el fuego & lo
acerco a su boca, para prender otro cigarrillo. Era el cuarto ya en un día.
Desde la ventana los rayos del sol pedían entrar, pero ella cerraba con
cortinas para negárselo. Ya todo le daba igual, hacía tiempo que estaba así
encerrada en cuatro paredes sin contacto alguno con el exterior, más que para
hacer la rutina de todos los días. Nada nuevo. Todo era tan patético, tan
monótono, tan cotidiano. Estaba en un estado de comprensión, prácticamente
detenida en el tiempo. Lo único que viajaba era su mente a años luz & los
ojos revoloteaban de forma insistente, como si fueran a salir de sus orbitas.
El café de la media tarde ya estaba frio, los libros demostraban un caos
interesante, la cama aún desecha & los sueños se colgaban de las paredes,
como si creyeran que un día el techo se iba a abrir para que salieran. Estaba
sentada en su rincón preferido, donde podía contemplar mejor el oscuro cuarto
donde se encontraba. De pronto, algo interrumpió sus pensamientos, abrió el
teléfono & se quedo como tildada por unos instantes. Sonrió casi
estúpidamente. Levanto la mirada & con todas sus fuerzas se puso de pie.
Abrió la ventana & dejo correr el viento entre su cabello. Tomó el primer
abrigo que encontró en aquel desorden & salió corriendo hacia el jardín que
daba a la calle. Solo basto un mensaje para despegarse de aquel éxtasis…
Regresé, solo hace falta que regreses tú