Como una maquina
programada para hacer lo mismo una & otra vez, así actúa mi vida sin
querer. Admito que no proceso todo lo que siento, me cuesta digerir ciertas
cosas & otras, ni cuenta me doy de lo que de verdad está sucediendo. Día tras
día, me transformo en un robot programado, esperando, ansiosa de que algo
grande & asombroso me suceda. No quiero importantes sobresaltos, sólo algo
interesante para resaltar con un fibron fluorescente al final de mi camino. Quizás
pretendo demasiado pero prefiero echarle toda la culpa a mi esperanza que no se
deja marchitar tan fácilmente. La rutina te termina matando –dicen– por eso de
vez en cuando cambio el viaje de regreso, agrego un dulce a mi desayuno &
hago cosas estúpidas solo para recordarme a mi misma que aun existo. Juro que a
veces lo olvido. Pero no puedo dejar de ser leal a mis principios, de escuchar
la misma canción a la misma hora en el mismo día, & de tener esos hábitos
tan quisquillosos. Lo único que espero de esta inmutable vida es recibir una
noticia de él, la persona a la que le escribo sin saber que existe.