miércoles, 27 de marzo de 2013

Sufrimos cuando nos consideramos un simple individuo que se enfrenta en solitario a sus miedos, defectos y sentimientos. Creemos equivocadamente que nuestro pequeño y limitado ego constituye toda nuestra naturaleza. Nuestro único cometido en esta vida, escribió san Agustín, es procurar ver a Dios con los ojos de nuestro corazón. Esto es sencillo de entender, pero casi imposible de asimilar. De acuerdo, así que todos formamos parte de un gran todo. Muy bien. Entendido. Pero ahora veamos si somos capaces de vivir con esta idea. Intentando poner en práctica ese concepto las veinticuatros horas del día. No es tan fácil. Por eso cuando te encuentras en un aparente equilibrio no puedes pasar por alto intentar desentrañar el descontento humano y evitar atribuirle todo lo bueno o malo a Dios.

PD: tarde existencial con mi amigo americano doble. lo se esto no es lo mio.

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