lunes, 27 de mayo de 2013

Hoy estoy rota. Si lo admito. Pero esta vez es diferente. Y mientras lo escribo puedo sentir un dolor que me está matando en la cintura, un dolor en la espalda, unos calambres insoportables, una cosa en la garganta muy extraña, una especie de congestión general. Pero lo más triste de todo esto, es que esto no es producto de haberme quedado todo el día bebiendo con mis amigos, porque eso de última no tendría tanto de malo. Este dolor mis queridos lectores es igual a enfermedad, por ahí, el comienzo de mi temprana vejez, estoy caducando esto es así y lo tengo que admitir. Mi envase esta casi en fecha de vencimiento. Es triste pero es así, igual no lo pienso reciclar con años de medicamentos, terapias y tardes donde el psicoterapeuta, ni mucho menos con cirugías ni nada de eso. Tampoco tengo el dinero suficiente para hacerlo si quisiera. Recuerdo otros años en los que por ejemplo estábamos con mis amigos en las tardes y hacíamos un desastre entre comidas, luego bebíamos, de ahí derecho a tirarnos solo un par de horas para dormir, nos levantábamos con la cara hecha milanesa y así nos íbamos a estudiar con una sed que nos moríamos, continuábamos en la tarde. Y no pasaba nada. Todo estaba bien. Hoy llego a seguir así y dormir solo un par de horas, y termino metida en la cama de algún hospital de una, tampoco es que este al borde, pero estoy en el principio y desde aquí lo puedo ver, puedo ver mi borde. Seguir de largo hoy a mí me empieza a pasar factura. Por eso hay ciertas cosas y medidas que debemos cambiar... aunque igual como estamos medios locos siempre las hacemos pero aun así;
eventually, everything goes away.
Ella se marcho temprano de su hogar. Dijo que necesitaba sentir que en su vida había luz, que deseaba sentir el sol en su cara, para así tratar de iluminar el oscuro y triste camino que ya había recorrido. Pero algo salió mal. Nunca encontró esa luz. Y desde entonces, lo único que deseaba era no respirar, ser fría como una piedra para no sentir nada, deseaba no tener corazón, entonces no conocería el escozor de la lluvia. Podría ser tan fuerte para ver a los que más quería alejarse, así no le dolería nada y no se sentiría sola. Pero su búsqueda por aquella cálida luz murió, y con el tiempo sus deseos se volvieron realidad, pensó que todo estaba mejor así. Y cada lágrima borro el rastro débil de amor que un día en su búsqueda sintió. Como podría culparla? Como podría reprocharle que se dio por vencida? Como poder entender… que mi madre se perdió buscando la luz (que en ella nunca pudo ver). 

miércoles, 15 de mayo de 2013


No era lo que yo esperaba, pero era la respuesta a mis oraciones. Aun no sé cómo interpretar ese rayo de sol en mi cara, justo cuando comenzaba a sentir ese frió en el alma que sin retraso y conforme pasa el tiempo me invade.  Parecía como si dijera; Marce cariño tranquila! no desesperes, ambos estamos solos, pero míranos al menos somos hermosos no! O tal vez, Marce nena otra vez? Para tu mente de mono y estate quieta. Pero el problema es que últimamente esta mente de mono ya no puede estarse quieta, aparece cada vez que las tontas de soledad y depresión deciden visitarme cuando estoy sola, y eso es muy a menudo. Aun así, al final opto por tomar mi viejo y efectivo truco de soltar aire de golpe, enviarme luz y amor cada vez que sienta frió y olvidarlo. Porque al final, todo pasa, con el tiempo todo pasa.

martes, 7 de mayo de 2013

Dios, es una palabra ya vista muchas veces en este Blog, parece algo ilógico que me detenga hasta ahora a explicar a que me refiero cuando empleo esa palabra, para que la gente pueda decidir cuanto antes si se van a ofender mucho o poco. Dejando para luego el debate sobre si Dios existe (no, mejor vamos a saltarnos el tema del todo) déjeme aclarar primero porque uso la palabra Dios cuando podría usar perfectamente las palabras Jehová, Ala, Siva, Brahma o Zeus. Por otra parte también podría llamar a Dios <Eso>, tal como lo hacen las antiguas escrituras sánscritas. Pero ese <Eso> me parece impersonal y en cuanto a mí se refiere son incapaz de rezar a un <Eso>. Necesito un nombre propio para apreciar debidamente esa sensación de asistencia personal. Por ese mismo motivo, al rezar no dirijo mis plegarias al Universo, ni al Gran espacio, la fuerza, el Ser Supremo. No tengo nada en contra de ninguno de estos términos. Me parecen iguales, porque son todos descripciones, adecuadas o inadecuadas, de lo indescriptible. Es cierto que cada uno de nosotros necesita dar un nombre informal a este ente indescriptible y como <Dios> es el nombre que a mí me resulta más cercano, es el que uso. Culturalmente nací en el seno de la comunidad católica pero teológicamente y en sentido estricto no soy una persona católica, lo único que puedo hacer aquí es disculparme por cualquier posible ofensa y prometer no inmiscuirme es sus asuntos. Invariablemente me he identificado con muchas religiones, me produce una profunda emoción oír decir a alguien que Dios no vive en un texto dogmático  ni en un distante trono en los cielos, sino que convive estrechamente con nosotros, mucho más próximo de lo que podríamos pensar. Dicho esto lo que pienso de Dios es muy sencillo. Lo pondré en un ejemplo para explicarlo: mi abuela tenía una perra hermosa, la había rescatado de las calles, era una mezcla de unas diez razas distintas, pero parecía haber heredado los mejores rasgos de todas ellas. Era de color marrón, cuando la gente preguntaba: <¿De qué raza es?> Mi abuela siempre contestaba lo mismo: <es una perra marrón>. Asimismo, cuando me preguntan <Tu en que Dios crees?>, mi respuesta es sencilla: <Creo en un Dios grandioso>.

lunes, 6 de mayo de 2013

Esa mañana en el cibercafé de la universidad había una chica que leía un email, de un tal Marco, un chico claramente no de este continente, porque escribía en un inglés relajado y coloquial. Una de las frases de la pantalla decía “Te extraño, realmente quiero verte” obviamente no lograba concentrarme, porque para empezar, ¿Cómo era posible que estas dos personas hablaran viviendo tan lejos? ¿Qué edad tendría él? Y cuando  le decía: “Te extraño” estaba diciendo: Te he llegado a tomar mucho aprecio, más del que pensaba, pese a la distancia” pero y ella ¿También sentía lo mismo? ¿Acaso el joven del otro lado del charco viajaría solo por ella? Y cuando se conocieran, ¿Hacia dónde iría esa relación? ¿La joven abandonaría todo y se iría a vivir con él a Italia? (¿O a Londres? ¿O a París  O a la India?) ¿O el tal Marco se vendría a vivir aquí? ¿O no se conocerán nunca? ¿Esta historia de amor le iba a destrozar la vida a él? ¿O a ella? ¿O a los dos? La chica miraba la pantalla fijamente, examinaba el mensaje de amor con tal concentración que ni se acordaba que estaba en el cibercafé de su universidad. Pensaba silenciosamente en su futuro, y con gran razón porque parecía estarse metiendo en un buen lío y si llegaba hasta el fondo podía acabar con el corazón roto. Pero no hay quien detenga la fuerza de la pasión a su paso por el mundo, por dañina que nos parezca a veces. Todos tenemos derecho a equivocarnos, a enamorarnos de quien no nos conviene y a dejarnos llevar por las calamidades más predecibles. Bueno a Marco le gusta una joven que se encuentra miles de kilómetros de él. ¿Y qué? ¿Cómo juzgar algo así? De seguro no es la primera persona que se enamora de otra estando todo en contra. La chica no le tecleo una respuesta a Marco, o al menos no esa mañana, lo que hizo fue leerla un par de veces más, tan atentamente que parecía estar estudiando. Luego se paso un buen rato sentada en silencio como si estuviera meditando. Al cabo de unos minutos entro en acción; imprimió el mensaje y volvió a leer las palabras de Marco esta vez en papel. Doblo la página con el cariño de un artista de origami y la metió ente sus libros, y entonces, la linda joven-mujer salió del cibercafé. Al cabo de unos segundos subió las escaleras del edificio donde se encontraba, subiendo sin mirar a derecha ni izquierda. Al rato apareció un grupo de señoritas igual de flacas que ella, y cuando se acercaron a la chica de Marco se perdió entre ellas, inmediatamente se le perdió de vista entre aquella patrulla de jóvenes que de lejos parecían todas iguales. Aunque no lo eran evidentemente, porque una de ellas, llevaba oculta entre sus libros un mensaje de amor de un tal Marco. Y por demencial o peligroso que fuera el asunto, la verdad es de admirarlo. Tanto si acababa bien como si acababa mal, porque Marco y esa chica estaban viviendo la vida.