lunes, 6 de mayo de 2013

Esa mañana en el cibercafé de la universidad había una chica que leía un email, de un tal Marco, un chico claramente no de este continente, porque escribía en un inglés relajado y coloquial. Una de las frases de la pantalla decía “Te extraño, realmente quiero verte” obviamente no lograba concentrarme, porque para empezar, ¿Cómo era posible que estas dos personas hablaran viviendo tan lejos? ¿Qué edad tendría él? Y cuando  le decía: “Te extraño” estaba diciendo: Te he llegado a tomar mucho aprecio, más del que pensaba, pese a la distancia” pero y ella ¿También sentía lo mismo? ¿Acaso el joven del otro lado del charco viajaría solo por ella? Y cuando se conocieran, ¿Hacia dónde iría esa relación? ¿La joven abandonaría todo y se iría a vivir con él a Italia? (¿O a Londres? ¿O a París  O a la India?) ¿O el tal Marco se vendría a vivir aquí? ¿O no se conocerán nunca? ¿Esta historia de amor le iba a destrozar la vida a él? ¿O a ella? ¿O a los dos? La chica miraba la pantalla fijamente, examinaba el mensaje de amor con tal concentración que ni se acordaba que estaba en el cibercafé de su universidad. Pensaba silenciosamente en su futuro, y con gran razón porque parecía estarse metiendo en un buen lío y si llegaba hasta el fondo podía acabar con el corazón roto. Pero no hay quien detenga la fuerza de la pasión a su paso por el mundo, por dañina que nos parezca a veces. Todos tenemos derecho a equivocarnos, a enamorarnos de quien no nos conviene y a dejarnos llevar por las calamidades más predecibles. Bueno a Marco le gusta una joven que se encuentra miles de kilómetros de él. ¿Y qué? ¿Cómo juzgar algo así? De seguro no es la primera persona que se enamora de otra estando todo en contra. La chica no le tecleo una respuesta a Marco, o al menos no esa mañana, lo que hizo fue leerla un par de veces más, tan atentamente que parecía estar estudiando. Luego se paso un buen rato sentada en silencio como si estuviera meditando. Al cabo de unos minutos entro en acción; imprimió el mensaje y volvió a leer las palabras de Marco esta vez en papel. Doblo la página con el cariño de un artista de origami y la metió ente sus libros, y entonces, la linda joven-mujer salió del cibercafé. Al cabo de unos segundos subió las escaleras del edificio donde se encontraba, subiendo sin mirar a derecha ni izquierda. Al rato apareció un grupo de señoritas igual de flacas que ella, y cuando se acercaron a la chica de Marco se perdió entre ellas, inmediatamente se le perdió de vista entre aquella patrulla de jóvenes que de lejos parecían todas iguales. Aunque no lo eran evidentemente, porque una de ellas, llevaba oculta entre sus libros un mensaje de amor de un tal Marco. Y por demencial o peligroso que fuera el asunto, la verdad es de admirarlo. Tanto si acababa bien como si acababa mal, porque Marco y esa chica estaban viviendo la vida.

2 comentarios:

  1. Pero????? Marco no es el joven de una entrada antigua??? no entiendo...
    a veces no se cuando escribes en tercera persona =P
    Martín.

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  2. Es la misma!!!
    lee la entrada de Marco..... me encanta esta historia :)

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