...Pero
cuando has pasado años receloso ante cualquier sentimiento, volver a confiar en
alguien parece algo casi imposible. Al menos que la persona que llenara tu vida
de sorpresas al fin haya llegado. De lo contrario estas continuamente dándote
de cara contra tus miedos y con la difícil decisión de dar un voto de
confianza. Todo esto solo me hace pensar en una historia de mi infancia. Cuando
era una pequeña mis padres se la pasaban trabajando hasta tarde y hubo un
tiempo donde mi maravillosa abuela cuidaba de mi. A veces me despertaba
asustada a mitad de un mal sueño, y entonces iba corriendo a meterme a los
brazos de mi abuela que descansaba en un viejo sofá. Al ser ella la única imagen
de sabiduría y de seguridad en la que pensaba al despertarme de esas pesadillas,
no tardaba en llegar con ella y halarle su falda susurrando: “Me das una
esquinita”. Dormida, pero sin quejarse mi abuela se apartaba para dejarme un
sitio cálido en el viejo sofá. No era mucho pedir; yo solo quería una esquinita tibia… Desde que me ha tocado crecer
y madurar mucho más rápido que la mayoría de jóvenes de mi edad en estos
últimos 5 años, nunca he pedido mucho más que eso.
...Una esquinita. Una pequeña esquinita en la larga y curiosísima historia del amor.
...Una esquinita. Una pequeña esquinita en la larga y curiosísima historia del amor.
Madurar muy rápido tiene sus consecuencias ante a vida. Y es que no te lo negare, madure mas rápido y comprendo perfectamente bien.
ResponderEliminarLas esquinas del amor están en escondidas en un mundo redondo; a todos nos toca pensar que podemos doblar parte de ese circulo para hacer esa esquina, pero debemos tener el cuidado que no se desdoble... y mira que te lo dice un enamorado empedernido.
Un saludo y un abrazo Marcela.