miércoles, 26 de febrero de 2014

...Pero cuando has pasado años receloso ante cualquier sentimiento, volver a confiar en alguien parece algo casi imposible. Al menos que la persona que llenara tu vida de sorpresas al fin haya llegado. De lo contrario estas continuamente dándote de cara contra tus miedos y con la difícil decisión de dar un voto de confianza. Todo esto solo me hace pensar en una historia de mi infancia. Cuando era una pequeña mis padres se la pasaban trabajando hasta tarde y hubo un tiempo donde mi maravillosa abuela cuidaba de mi. A veces me despertaba asustada a mitad de un mal sueño, y entonces iba corriendo a meterme a los brazos de mi abuela que descansaba en un viejo sofá. Al ser ella la única imagen de sabiduría y de seguridad en la que pensaba al despertarme de esas pesadillas, no tardaba en llegar con ella y halarle su falda susurrando: “Me das una esquinita”. Dormida, pero sin quejarse mi abuela se apartaba para dejarme un sitio cálido en el viejo sofá. No era mucho pedir; yo solo quería una esquinita tibia… Desde que me ha tocado crecer y madurar mucho más rápido que la mayoría de jóvenes de mi edad en estos últimos 5 años, nunca he pedido mucho más que eso.
...Una esquinita. Una pequeña esquinita en la larga y curiosísima historia del amor. 

1 comentario:

  1. Madurar muy rápido tiene sus consecuencias ante a vida. Y es que no te lo negare, madure mas rápido y comprendo perfectamente bien.
    Las esquinas del amor están en escondidas en un mundo redondo; a todos nos toca pensar que podemos doblar parte de ese circulo para hacer esa esquina, pero debemos tener el cuidado que no se desdoble... y mira que te lo dice un enamorado empedernido.
    Un saludo y un abrazo Marcela.

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