Hasta
el día de hoy me niego a exigirle a mi futura pareja la responsabilidad de ser
mi otra mitad. A estas alturas de mi vida ya sé que nadie va a poder
completarme, por mucho que se empeñe. Conozco mis imperfecciones lo suficiente
como para saber que son mías y muy mías. Estando en posesión de esta verdad
esencial, ya sé donde acabo yo y donde empieza el otro.
En otras palabras que
uno más uno a veces suma dos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario