martes, 16 de septiembre de 2014

<Di la verdad, di la verdad, di la verdad>

Eso es lo que he intentado hacer. Hace unas semanas estuve en una reunión familiar y viendo a mis parientes firmemente sentados en los mismos puestos de siempre me ha puesto a pensar que; Primero eres un niño pequeño, después un adolescente, un recién casado, un padre o madre, un jubilado, un abuelo… En cada etapa sabes quién eres, sabes cuáles son tus obligaciones y sabes donde tienes que sentarte en la reunión. Te sientas con los correspondientes niños, adolescentes, padres, madres o jubilados. Hasta que al final acabas  sentado a la sombra con los ancianos de 90 años, contemplando tu progenie con satisfacción. Y piensas ¿Quién eres? Pues está claro. Eres la persona que ha creado todo cuanto te rodea. Pero ¿Qué sucede si, por voluntad propia resulta que no participas en esta reconfortante órbita familiar? ¿Qué sucede si te sales del círculo? ¿Dónde te sientas en la reunión? A mí me encanta mi familia, pero ¿Qué pasa si no quiero seguir con sus tradiciones, su legado, su insistencia por el matrimonio, la maternidad, las relaciones formales y comer lo que ellos quieren? ¿Qué tipo de persona soy entonces?

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