miércoles, 22 de octubre de 2014

Estoy hecha un desastre, ya no se donde tengo la cabeza ni si me duele la rodilla o el corazón.

jueves, 9 de octubre de 2014

Sentada en el frió pasillo de Hematoncología esperando angustiosamente por una respuesta que nos trajera esperanza <de nuevo>. Escuchando las inimaginables palabras; Debe tomar una decisión y los desesperantes balbuceos; no hay otra opción? Con un nudo en la garganta y unas ganas de cortar mi larga cabellera y dársela a esa pequeña con la cabeza envuelta en una mascada roja, que mira como mi tambaleante hermano juega a pasar sus dedos sobre ella. Desearía, daría cualquier cosa, sí solo, pudiera reescribir la historia...
Aun encontrándome en aquella situación pude observar como en las peores y más dolorosas situaciones algunas personas no dejan de sonreír. Como el flacucho señor que se escapaba de su habitación para dar pequeños paseos y saludar a sus vecinos de 
habitación. Haciendo chiste sobre su condición; como me vea la doctora caminando me agarra del pelo y me mete de nuevo a la habitación, lo bueno es que no tengo pelo (lo ha perdido por la quimioterapia) dice con una sonrisa desdentada mientras sigue paseándose de un lado al otro.
Admiro y no tengo palabras para describir la voluntad de estas personas que pese a su delicada situación sacan fuerzas no solo para darse pequeños paseos por el hospital sino también... 
para sonreír. 

martes, 7 de octubre de 2014

Hasta y después de tu último suspiro.

Mi querido Diego:

A pesar de que solo tenemos dos años de diferencia desde que naciste en mi corazón yo sabía que serias un pequeño ángel. Y lo Eres! Pero que regalo más maravilloso llegaste a ser! Más que ninguna otra cosa en todo el mundo, más que la dicha de tener un hermano, Diego mi pequeño ángel me enseñaste a amar. Te ame cuando eras un delicado y lindo bebe, cuando me explicaron que no serias como los demás niños y cuando debía cuidarte para que nadie se metiera contigo. Por supuesto te ame en tus alegrías y en tus caprichos y en todas esas veces cuando nadie te decía que vinieras a mí y me abrazaras. Te ame en cada paseo y peleas de hermanos por ir en el asiento delantero con papá, te ame en cada cumpleaños que pasamos juntos, en cada momento que pude hacerlo, te ame frente a mis amigos y frente a todos pues para mi jamás fuiste motivo para avergonzarme. Te ame cuando sentimos ese agudo dolor de saber que ALGO andaba mal, que tal vez no estabas desarrollándote bien como los demás niños, y también te ame cuando supimos que lo que te sucedía era más serio que eso. Te ame cuando una tarde después del colegio mamá me dio esa terrible noticia, te ame con mis ojos llenos de lagrimas cuando dijeron que si no eras ingresado con urgencia morirías en tres días. Te ame con todo mi corazón y cada día que tuve que pasar sola pues no podía estar contigo en el hospital, por supuesto te ame cada vez que esa horrible sensación se apoderaba de mi al escuchar el teléfono & pensar que recibiría esa no deseada noticia ¡Me mataban las mil llamadas diarias! Te ame cuando fuimos de un medico a otro tratando de encontrar un diagnostico que nos diera esperanza. Y, desde luego te ame esos tres años de agujas, exámenes y medicamentos. Te ame cuando todo empeoró, cuando llorabas y gemías, y cuando con mamá nos desvelábamos para que pudieras dormir. Te ame cuando uno de los exámenes produjo que te extrajeran fluido espinal y te pusiste a llorar suplicando que pararan. Claro que te ame con el corazón destrozado cuando confuso no nos reconocías, y cuando te comenzaste a volver bizco. Naturalmente te ame cuando debido al dolor ya no nos hablabas ¡cómo deseaba escuchar tu voz! Te ame cuando nos dimos cuenta que la leucemia había llegado hasta tu sistema nervioso y comenzaba a dejarte inválido, cuando llorabas por el dolor de huesos y tu cuerpo se torcía como si fuera una “s”. Pude amarte cuando tus miembros inmóviles me impedían abrazarte. Diego, te amé cuando supimos que debíamos seguir en una nueva lucha y cuando los efectos de esta agresiva quimioterapia son mil veces peor que la anterior. Te amo cielo y nada impedirá que lo siga haciendo, pase lo que pase, dure lo que dure, lo haré hasta y después de tu último suspiro. 

En mi corazón yo sabía que serias un pequeño ángel. Y lo eres!

jueves, 2 de octubre de 2014

Dicen que en el segundo de la muerte, tu vida pasa frente a tus ojos... Espero que sea cierto, que tengas ese álbum de fotos de cada momento, para que sepas que si estuviste aquí, que fuiste amado, que exististe. Debes necesitar ese segundo para prepararte por qué no piensas que vayas a morir… Al menos mi muy anciano abuelito tenía una pequeña noción de eso, después de meses de no poder andar por sí mismo y ser tratado como a un bebé. Tenía el corazón en paz y solo esperaba el momento para ver su álbum de fotos. Ojala estos enormes personajes en nuestras vidas fueran eternos.
Al final ese segundo entre la vida y la muerte es todo el tiempo que tenemos… Para decir ADIOS. 

02/10/2014