martes, 7 de octubre de 2014

Hasta y después de tu último suspiro.

Mi querido Diego:

A pesar de que solo tenemos dos años de diferencia desde que naciste en mi corazón yo sabía que serias un pequeño ángel. Y lo Eres! Pero que regalo más maravilloso llegaste a ser! Más que ninguna otra cosa en todo el mundo, más que la dicha de tener un hermano, Diego mi pequeño ángel me enseñaste a amar. Te ame cuando eras un delicado y lindo bebe, cuando me explicaron que no serias como los demás niños y cuando debía cuidarte para que nadie se metiera contigo. Por supuesto te ame en tus alegrías y en tus caprichos y en todas esas veces cuando nadie te decía que vinieras a mí y me abrazaras. Te ame en cada paseo y peleas de hermanos por ir en el asiento delantero con papá, te ame en cada cumpleaños que pasamos juntos, en cada momento que pude hacerlo, te ame frente a mis amigos y frente a todos pues para mi jamás fuiste motivo para avergonzarme. Te ame cuando sentimos ese agudo dolor de saber que ALGO andaba mal, que tal vez no estabas desarrollándote bien como los demás niños, y también te ame cuando supimos que lo que te sucedía era más serio que eso. Te ame cuando una tarde después del colegio mamá me dio esa terrible noticia, te ame con mis ojos llenos de lagrimas cuando dijeron que si no eras ingresado con urgencia morirías en tres días. Te ame con todo mi corazón y cada día que tuve que pasar sola pues no podía estar contigo en el hospital, por supuesto te ame cada vez que esa horrible sensación se apoderaba de mi al escuchar el teléfono & pensar que recibiría esa no deseada noticia ¡Me mataban las mil llamadas diarias! Te ame cuando fuimos de un medico a otro tratando de encontrar un diagnostico que nos diera esperanza. Y, desde luego te ame esos tres años de agujas, exámenes y medicamentos. Te ame cuando todo empeoró, cuando llorabas y gemías, y cuando con mamá nos desvelábamos para que pudieras dormir. Te ame cuando uno de los exámenes produjo que te extrajeran fluido espinal y te pusiste a llorar suplicando que pararan. Claro que te ame con el corazón destrozado cuando confuso no nos reconocías, y cuando te comenzaste a volver bizco. Naturalmente te ame cuando debido al dolor ya no nos hablabas ¡cómo deseaba escuchar tu voz! Te ame cuando nos dimos cuenta que la leucemia había llegado hasta tu sistema nervioso y comenzaba a dejarte inválido, cuando llorabas por el dolor de huesos y tu cuerpo se torcía como si fuera una “s”. Pude amarte cuando tus miembros inmóviles me impedían abrazarte. Diego, te amé cuando supimos que debíamos seguir en una nueva lucha y cuando los efectos de esta agresiva quimioterapia son mil veces peor que la anterior. Te amo cielo y nada impedirá que lo siga haciendo, pase lo que pase, dure lo que dure, lo haré hasta y después de tu último suspiro. 

En mi corazón yo sabía que serias un pequeño ángel. Y lo eres!

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