Mi querido Diego:
A pesar de que solo tenemos dos años de diferencia desde que naciste en mi
corazón yo sabía que serias un pequeño ángel. Y lo Eres! Pero que regalo más
maravilloso llegaste a ser! Más que ninguna otra cosa en todo el mundo, más que
la dicha de tener un hermano, Diego mi pequeño ángel me enseñaste a amar. Te ame cuando eras un delicado y lindo
bebe, cuando me explicaron que no serias como los demás niños y cuando debía cuidarte
para que nadie se metiera contigo. Por supuesto te ame en tus alegrías y en tus caprichos y en todas esas
veces cuando nadie te decía que vinieras a mí y me abrazaras. Te ame en cada paseo y peleas de hermanos por ir en el asiento delantero con papá, te ame en
cada cumpleaños que pasamos juntos, en cada momento que pude hacerlo, te ame
frente a mis amigos y frente a todos pues para mi jamás fuiste motivo para
avergonzarme. Te ame cuando sentimos ese agudo dolor de saber que ALGO andaba
mal, que tal vez no estabas desarrollándote bien como los demás niños, y también te ame cuando supimos que lo que te sucedía era más serio que eso. Te
ame cuando una tarde después del colegio mamá me dio esa terrible noticia, te
ame con mis ojos llenos de lagrimas cuando dijeron que si no eras ingresado con
urgencia morirías en tres días. Te ame con todo mi corazón y cada día que
tuve que pasar sola pues no podía estar contigo en el hospital, por supuesto te
ame cada vez que esa horrible sensación se apoderaba de mi al escuchar el
teléfono & pensar que recibiría esa no deseada noticia ¡Me mataban las mil
llamadas diarias! Te ame cuando fuimos de un medico a otro tratando de encontrar
un diagnostico que nos diera esperanza. Y, desde luego te ame esos tres años de
agujas, exámenes y medicamentos. Te ame cuando todo empeoró, cuando llorabas y gemías,
y cuando con mamá nos desvelábamos para que pudieras dormir. Te ame cuando uno
de los exámenes produjo que te extrajeran fluido espinal y te pusiste a llorar
suplicando que pararan. Claro que te ame con el corazón destrozado cuando
confuso no nos reconocías, y cuando te comenzaste a volver bizco. Naturalmente
te ame cuando debido al dolor ya no nos hablabas ¡cómo deseaba escuchar tu voz! Te
ame cuando nos dimos cuenta que la leucemia había llegado hasta tu sistema
nervioso y comenzaba a dejarte inválido, cuando llorabas por el dolor de huesos y
tu cuerpo se torcía como si fuera una “s”. Pude amarte cuando tus miembros inmóviles
me impedían abrazarte. Diego, te amé cuando supimos que debíamos seguir en una
nueva lucha y cuando los efectos de esta agresiva quimioterapia son mil veces
peor que la anterior. Te amo cielo y nada impedirá que lo siga haciendo, pase
lo que pase, dure lo que dure, lo haré hasta y después de tu último suspiro.
En mi corazón yo sabía que serias un pequeño ángel. Y lo eres!
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