Como les sucede a la mayoría de mortales, sobrellevo lo que los budistas llaman la mente del mono es decir,
esos pensamientos que saltan de rama en rama, parando sólo para rascarse,
escupir & aullar. Desde el pasado hasta el ignorado futuro mi mente se
columpia frenéticamente por los confines del tiempo, pensando en docenas de
ideas por minuto sin control ni disciplina. Esto en si no es un problema
necesariamente; el problema es el estado de ánimo que acompaña al pensamiento.
Las ideas alegres me ponen de buen humor, pero plaf! De golpe vuelvo a la preocupación
obsesiva & arruino el asunto; & entonces recuerdo un momento de indignación
& me vuelvo a enojar; pero entonces mi mente decide que es un buen momento
para compadecerse & entonces me siento sola otra vez… Al fin & al cabo
somos lo que pensamos los sentimientos son esclavos de los pensamientos &
uno es esclavo de sus sentimientos.