lunes, 22 de julio de 2013

Ah! Pero no todo fue malo durante aquellos años… como Dios nunca te da un portazo en la cara sin regalarte una caja de galletas de consolación. También me pasaron cosas maravillosas entra las sombras de tanta tristeza. Para empezar, por fin comencé la Universidad, asistí a clases de escalada y conocí a muchas personas maravillosas. Fui aprendiendo a vivir sola, y estas experiencias me estaban haciendo cambiar por dentro. Había empezado a notar que <Aunque mi vida aun parecía un accidente múltiple> estaba dando los primeros pasos vacilantes como persona autónoma. En los momentos en que dejaba de querer salir corriendo a tomarme los frascos enteros de medicamentos de mi hermano, la verdad pasaba contenta de ver que mis días tenía una serie de comportamientos temporales durante los que me podía hacer una pregunta así de radical: ¿Qué quieres hacer tu, Marce? La mayor parte del tiempo aun intranquila ni siquiera me atrevía a contestar a mi pregunta, pero el simple hecho de hacérmela me emocionaba. Y cuando al fin empecé a responder, lo hice con una inmensa cautela, solo me permitía necesidades mínimas, casi infantiles. Por ejemplo: <Quiero meterme a una clase de Yoga> <Quiero comprarme un libro de Poe> <Quiero comprarme una guitarra>. Y luego estaba esa extraña respuesta, la misma todas las veces: <Quiero aprender italiano>. Dos años después claro que he recibido más portazos en la cara y ¿Qué quieres hacer tú, marce? ha sido mi caja de galletas de consolación. Ahora tengo una larga lista de las mismas necesidades mínimas que intento mantener y otras nuevas por cumplir que me hacen feliz. Lo que quiero decir es qué, cuando aparentemente nuestra vida es un accidente múltiple o una vida de portazos en la cara, si logras mantenerte firme, tú caja de galletas no tardara en venir. 

1 comentario:

  1. Mmmmmm... creo que escribir mi análisis de cada palabra y oración requiere mas espacio,algún día nos tomamos un café y tertuliamos.

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