Recuerdo
una conversación que tuve hace unas semanas con una joven a la que conocí en la
fiesta de cumpleaños de una prima, la joven por cortesía me pregunto dónde
estaban mis padres, le dije que solo me acompañaba mi madre, y que mi padre vivía en el extranjero. Al oírlo ello murmuro unas condolencias que sonaron un
poco huecas <y estúpidas> luego insinuó algo como "Tus padres son muy seguros, no todos logran mantenerse unidos pese a la distancia". Cosa a la que no supe contestar, por lo que la joven entendió la situación de mis padres y añadió antes de atacar el sándwich que tenía
en su plato: -Pues mis padres llevan 18 años felizmente casados. Y sé que jamás
se van a separar. ¿Qué se puede contestar ante semejante frase? ¿Felicidades
por afirmar lo que aun no sabes si van a lograr o no? Es obvio que la joven
veía el matrimonio con cierta ingenuidad. El juramento que se hacen el día de
sus bodas es un noble intento de convencerse de que <verdaderamente> lo
que Dios ha unido nadie lo puede separar. Pero, por desgracia, no es Dios
todopoderoso quien hace el juramento, sino una mujer y un hombre bastante menos
poderosos, que pueden traicionar la palabra que han dado. Incluso aunque la
joven de la fiesta aquella estuviera totalmente segura de que sus padres jamás van
a divorciarse, el tema no dependía de ella. Todos los amantes, hasta los más
fieles se enfrentan al abandono contra su voluntad. Esto lo sé por experiencia,
habiendo abandonado a quienes no querían que me fuera, y habiendo sido
abandonada por aquellos a quienes pedí que se quedaran. Sabiéndolo no cuestionaría
jamás a mis padres.
Hay un viejo refrán que dice: “Antes de ir a la guerra reza una oración. Antes de
salir al mar reza dos. Antes de casarte reza tres”.
Pues mis padres se pasaron un año entero rezando, para nada.
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