lunes, 30 de septiembre de 2013

Parker Palmer dijo una vez hablando de su vida, que la depresión era el amigo que lo salvaba de los niveles exagerados de falsa euforia en que se que había movido toda su vida. La depresión lo hacía poner los pies en la tierra decía el maestro, volver a una normalidad en la cual poder transitar y vivir el mundo real. Pues yo también he tenido que volver a la realidad tras meses de falsa euforia basados en una colección de deseos. Años atrás pase por un periodo de depresión que fue fundamental en mi vida, y gracias a eso me las he sabido arreglar con el tema de Mau. Tiempo atrás en lo que a mí me pareció un interminable camino a la normalidad, le dedique tiempo de soledad a autoanalizarme para intentar entender una serie de cuestiones dolorosas, y con ayuda de mi sufrido y calvete Ricardo el psicoterapeuta, logré descubrir el origen de mi comportamiento más destructivo. Me dedique a escalar, rezar y procure buscarme otras formas de placer. Pasaba mucho tiempo a solas. Nunca había estado sola hasta entonces, pero logre organizarme en la soledad. Aprendí a rezar para intentar borrar mis culpas. Pero ante todo practique el arte del autoconsuelo, resistiéndome a las fugaces tentaciones amorosas con esta pregunta tan madura: “¿Este amor tiene alguna ventaja a largo plazo?” en resumen me hice mayor.

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