jueves, 19 de diciembre de 2013

Con el debido respeto a Buda y sus primeros célibes cristianos, a veces me pregunto si todas sus doctrinas sobre la importancia espiritual de soledad no nos estarán negando algo fundamental. No es que me haya mantenido en soledad estos dos años por seguir rigurosamente los consejos de Buda, sino que, en parte he querido obsequiarme este espacio y tiempo para mi novio yo. Me conozco perfectamente y sé muy bien que si estuviera así por practicar las doctrinas budistas no sería capaz de pasar mi vida entera en celibato. Y no lo digo porque no puedo lograrlo, sino porque me niego creer que la vida de Marcela Ramírez termine así, creo que el amor y la familia es un regalo por el cual estoy dispuesta a dejar muchas cosas. Porque quizá esa renuncia como lo decía en un principio, nos impida poder disfrutar de algo tan terrenal y domestico como ensuciarnos las uñas en el intento diario de ganarnos un perdón, aceptar contradicciones ajenas y estupideces, e incluso aceptar a diario los defectos mas agotadores y aburridos de tu pareja. En absoluto estoy sugiriendo que nadie aprenda a <tolerar> el abuso, el abandono, la falta de respeto, la infidelidad o el desprecio, como tampoco creo que las parejas cuyos matrimonios son pestilentes tumbas de dolor tengan por qué soportarlo. Así que cuando hablo de tolerancia me refiero a acomodar tu vida lo mejor posible a la de un ser humano decente. Pero igual no me complicare con nada de esto, porque al final, si va a pasar algo va a pasar me encuentre como me encuentre  siendo célibe, yogui o una escurridiza antevasin

martes, 17 de diciembre de 2013


Amigos mayores. Porque se me dará tan bien relacionarme con personas que casi me doblan la edad? No lo sé. Probablemente veo en ellos lo que en amigos de mi edad aun no aparece <madurez>. Es decir, personas con las que puedo hablar por horas de cualquier tema sin mostrar la menor incomodidad. Como mi recién amiga Madai, un hermoso corazón de 32 años al que no le molesta en lo más mínimo la presencia de una veinteañera preguntona y llorona. Aunque son prácticamente extraños, Es curioso como un desconocido vea cómo eres con más claridad que tú mismo. Como esa vez cuando Madai me contaba sus años trabajando con su padre joyero, me decía: cuando tenía 20 años era una novata que trabajaba y me equivocaba mucho porque al recibir un paquete de joyas estaba tan contenta en ver dos o tres aguamarinas perfectas que ni me fijaba en el resto de las falsas. Después de equivocarme un par de veces por fin aprendí la lección; hay que ignorar las joyas perfectas. Apartarlas y mirar bien las joyas malas. Después hacerte esta pregunta: ¿Me sirven para algo? ¿Puedo sacar algo bueno de ellas? De lo contrario, te habrás gastado un dineral en una o dos maravillosas joyas enterradas entre un montón de mierda sin valor. Después le digo; creo que con las relaciones amorosas pasa lo mismo, la gente siempre se enamora de lo mejor de las personas. Es normal que te gusten las virtudes de alguien me dice. Pero el merito no está ahí, lo que debes hacer es preguntarte ¿Eres capaz de aguantar lo malo? Si ves los defectos de tu pareja con sinceridad ¿Crees que podrás pasarlos por alto y sacar algo bueno? Porque las virtudes siempre van a estar ahí, pero la mierda que hay debajo te puede hundir la vida. Al cabo de unos segundos le digo: -Me estás diciendo que eres lo bastante lista como para saber que algún día alguien sacara algo bueno de mi mierda mental más inmunda? Lo que intento decir, Marce, es que un día alguien te estudiara y estará dispuesto a quedarse con el paquete entero.
Gracias le dije.

Mi primer día de vacaciones de fin de año, a ponerme al día con los post. 
Los Quiero. 
Ser Felices!

sábado, 7 de diciembre de 2013

A lo que este último año me he negado rotundamente hacer, es a ofrecer una versión idealizada y seductora de mí misma. Por pura honestidad he venido dejando claro en lo qué y en donde se están metiendo conmigo. Y esto es lo que confieso como mis fallos más deplorables, tras escribir varias versiones de la chica del blog hoy me he tomado la molestia de escribir una nueva y diferente,  y lo reduzco en ocho apartados: 
1. Valoro muy positivamente mi propia opinión. Suelo creer que soy la que mejor sabe lo que tiene que hacer todo el mundo. Y los lectores son las primeras víctimas de ello.
2. Afronto la vida con mucho más entusiasmo que energía. Mis arrebatos me llevan a embarcarme en proyectos que me superan física y mentalmente, lo que me conduce a derrumbarme y tú serás el encargado de recomponerme los pedazos cada vez que quede aniquilada. Esto será terriblemente cansado. Pido disculpas de antemano.
3. Soy abiertamente orgullosa, secretamente criticona y cobarde ante el conflicto.
4. Siempre se me ha dado bien ahorrar, pero me mimo demasiado gastando cantidades ridículas en comida, café y tatuajes.
5. Soy paranoica como toda salvadoreña, y cuando hay algún malentendido siempre pienso mal de la gente. Lo que me ha hecho perder algunos amigos, cosa de la que me arrepiento, pero así es como soy.
6. Puedo ser antisocial, temperamental, defensiva y tengo poca paciencia con los imbéciles.
7. Suelo huir cuando las cosas se ponen intensas. Cuando algo es demasiado grande como para manejarlo o no está en mis manos, me convierto en una escurridiza y cobarde joven que posiblemente huye de grandes posibilidades (o grandes errores). 
8. Y ahora viene mi mayor defecto de todos. Aunque tarde mucho en tomar semejante decisión, cuando decido que alguien es imperdonable o su camino está mejor separado del mío probablemente deje de hablarle, sin darle previo aviso, explicaciones, ni segunda oportunidad.

Desde luego no es una lista atractiva. Leerla me hería profundamente, porque nunca lo había pensado con tanta sinceridad. Hacer un inventario de nuestros defectos no es un truquito divertido, sino un verdadero intento de confesar nuestros puntos negros. Que pueden acabar con una historia de amor, por ejemplo mi narcisismo petulante, si lo dejas, tiene la capacidad destructiva de terminar una relación. Por tanto que alguien te vea del todo y sea capaz de quererte pese a ello, es un don que casi puedo considerar un milagro humano.


viernes, 6 de diciembre de 2013

San Agustín decía: “Ama, pero fíjate bien qué es lo que merece amarse”. A mi parecer el amor agustiano es el tipo de amor con el que más estoy de acuerdo, pues no es irracional y va aparejado con la sabiduría, por el hecho de que el amor no se da sin antes saber bien en lo que te estás metiendo. Es decir, la libertad de vivir un amor fulminante o un amor sapiente. En donde podemos prever grandes fracasos amorosos. Pero, es posible que alcancemos la madurez precisamente gracias a nuestras decepciones amorosas. Igual pedir a una veinteañera que sepa automáticamente todo lo que una mujer de 40 años tarda en aprender es suponerle mucha sabiduría a una mujer tan joven. No será que hay que experimentar la angustia y los errores del amor fulminante antes de poder alcanzar el amor sapiente?
Yo solo sé, que no sé nada.

Ser Felices!