lunes, 28 de octubre de 2013

La vida es un continuo proceso de cambio, y experiencias transitorias, y por más que existan decenas de miles de personas, todos compartimos el mismo deseo de no sufrir. Desde los presidentes y multimillonarios hasta el cartero y el jardinero, todos quieren ser felices. Obviamente la definición de felicidad difiere mucho según la persona. Hay quienes consideran que la felicidad se limita simplemente a sobrevivir, mientras que para otro significa tener quinientos pares de zapatos, y para un tercero consiste en tener los brazos tatuados como David Beckham. Hay veces incluso en que el precio de la felicidad consiste en matar a otro ser vivo, como hacen quienes se alimentan de sopa de aleta de tiburón, de patas de vaca o de pene de tigre. Hay quienes prefieren el tierno cosquilleo de una pluma, mientras otros todavía continúan en la búsqueda de su felicidad. Pero al final he llegado a creer en algo que yo llamo la naturaleza de la felicidad, una fuerza del universo que se rige por leyes tan reales como la ley de la gravedad, la regla de la naturaleza de la felicidad viene a decir algo así; si tienes el valor de dejar atrás todo lo que te protege y te consuele, lo cual puede ser desde tu casa hasta viejos rencores y aventurarte en un camino en busca de la verdad, ya sea interior o exterior y si estás dispuesto a que todo lo que te pase en ese recorrido te ilumine y a que todo el que te encuentres por el camino te enseñe algo, y si estás preparado sobre todo a enfrentar y perdonar algunas de las realidades más duras de ti mismo, entonces la felicidad no te será negada. No puedo evitar creer en ello después de lo que he vivido.

viernes, 25 de octubre de 2013

Un amigo me llevo a un sitio impresionante esta semana, se llama Volcán Ilamatepec. Tiene una altura de 2.381 msnm y es el más alto de mi país. Estando allí como podríamos imaginar que en su última erupción en 2005 lo hubiese convertido en un montón de escombros, sin accesibilidad alguna y sin vida. Es uno de los lugares más hermosos y solitarios de El Salvador, la vida ha ido creciendo a su alrededor  durante estos últimos años es como una bella herida, como un desengaño amoroso al que te aferras, por el placer del dolor. Todos queremos que nada cambie, nos conformamos con vivir infelices porque nos da miedo el cambio,  y que todo quede reducido a escombros. Pero al contemplar ese sitio, la fuerza de la naturaleza que ha soportado, la forma en la que se ha adaptado, derrumbado y luego hallado el modo de volverse a levantar me anima, a lo mejor estos últimos años de mi vida no han sido un accidente múltiple y es el mundo el que lo es, y el único engaño es intentar aferrarse a ella a toda costa. Los vestigios son un regalo, un camino hacía la reformación. Incluso en este país pequeño, el Ilamatepec me ha enseñado que debemos estar siempre preparados para infinitas oleadas de transformación. 

jueves, 24 de octubre de 2013

Aprendí la lección anterior por suerte a muy temprana edad. Lo que significaba que nunca tomaba la elección correcta, porque estaba llenando un asiento vacío, un plato vació  un ser vació. Ahora he decido tratarme como si fuera mi propio novio. Y soy tan bueno conmigo. Me llevo a lugares hermosos, me digo las palabras más reconfortantes, me pregunto todos los días ¿Qué necesitas cielo? ¿Qué puedo hacer por ti? Terminando por tener un increíble tiempo juntos. Yo y yo. De tal manera que cuando finalmente conozca al hombre que me trate exactamente tan bien y tan tiernamente como yo había estado tratándome a mí misma, mi corazón lo reconozca y diga: Esto es bueno. Es a lo que nos hemos estado acostumbrando. Si no lo hubiera hecho mi corazón aun no supiera cómo ser tratado bien, lo que es bueno, y se conformaría con lo menos. Asique seis meses, hice que esa chica me prometiera seis meses de relación con su yo. Luego nos abrazamos.  Y era como una especie de comic. –ahí estaba yo, una perfecta desconocida; y ella, un corazón roto que estaba de acuerdo con mi petición de meterse en el celibato por medio año. Al menos medio año. Aunque creo que ella lo sabía, sabía que lo necesitaba. Permanecer en soledad hasta que no la asustara más. Hasta que no quisiera salir a engraparse con el siguiente cuerpo caliente que llegue.
Para aquellos que por ahí han estado solos durante años, por supuesto que alguien les diga esto no tiene ningún significado, porque algunos temen lo contrario (la intimidad, el riesgo) este consejo es para aquellos que solían ser como yo, corriendo por ahí para llenar un vacío con nada ni nadie.

domingo, 20 de octubre de 2013

Del lado de la soledad. Era una idea que quería ampliar desde hace mucho, especialmente después de una conversación que tuve esta semana con un precioso corazón roto de una mujer de 26 años que estaba en la cafetería a la que siempre voy. Nunca había visto a esta mujer antes, pero empezamos hablar de la forma en que dos perfectas conocidas lo hacen sobre el amor y la perdida. (Habrá algún otro tema de conversación en las cafeterías?) Ella me dijo que acababa de dejar a su novio de 3 años, porque estaba harta de no ser tratada como algo valioso, asique dijo: “Tengo que conseguirme a alguien mejor” Me encontraba a mi misma tomando la mano de esta mujer (a la que nunca había conocido antes) y diciendo con la mayor urgencia: ¿Prométeme que primero pasaras al menos seis meses sola antes? ¿Prométeme que repararas ese corazón roto antes de meter de nuevo a alguien? ¿Promete que en al menos tendrás seis meses de celibato antes de tirarte a otro hombre? Promételo! Ella parecía desconcertada y dijo: Pero me siento aburrida y sola. Y no quiero ver televisión sola por las tardes. Entonces le dije mi teoría de cómo <una de las cosas más importantes que tenemos que aprender en la vida es como estar solo> Tenemos que aprender a sentarnos a través de la incomodidad y el pánico de la soledad, para que podamos llegar al otro lado y darnos cuenta de que no nos mato. Leí un caso de una mujer de 50 años que decía que nunca dejaría a su marido abusivo, porque “no quería tener que entrar a un restaurante o fiesta sola.”  Mis queridos amigos, en algún momento tenemos que aprender a caminar en una fiesta o un restaurante solos. De lo contrario, estaremos dispuestos a caminar con nadie (o peor aún, salir con nadie.) Tenemos que aprender a soportar nuestra propia compañía y mantener la cabeza bien alta. Y a veces después de bastante tiempo a solas, incluso podemos aprender a disfrutar de nosotros mismos. Y lo mejor de todo, después de bastante tiempo a veces podemos aprender a reverenciar a nosotros mismos.

lunes, 14 de octubre de 2013

El Bhagavad Gita- la base sanscrita fundamental del yoga, mantiene que más vale vivir tu propio destino imperfectamente que vivir a la perfección el destino de otra persona. Por eso comencé a vivir mi propia vida. Por imperfecta y torpe que parezca, al fin comienza a parecerse a mí, la mires por donde la mires. Mi vida comenzó adquirir grandes proporciones de sentido y felicidad cuando deje de tratar de demostrarme a mi misma o a cualquier otra persona que era una mortal delicada, cansada, rota y frágil. Comencé a recordar  quien en realidad soy: una persona que desciende de innumerables generaciones de seres humanos que SOBREVIVIERON. En una palabra, por describirlos: FUERTES. Yo no sé lo que millones de personas han padecido y padecen. Pero te puedo decir sin ninguna duda que tú también eres fuerte. Si estás aquí en la tierra, es porque tus ancestros sobrevivieron. Sobrevivieron cosas impensables, insoportables. Y tú también lo harás. Asique en esos días, cuando siento que me pongo llorosa o trágica o víctima o abrumada o en pánico y paranoia  o en autocompasión, me digo a mi misma: Pues bien Marce, son sentimientos naturales, no tienes por qué avergonzarte de nada de eso. Pero no deshonres la lucha y la resistencia de tu herencia humana jugando débil, sin volver a intentar levantarte. Porque eres fuerte. Como estoy segura que tu también, eres más poderoso de lo que puedes imaginar. Asique vamos de frente, sea lo que sea, vaya a ser un guerrero. FORZA!

lunes, 7 de octubre de 2013

Cuando alguien desaparece de tu vida, y puede que ya no vayas a ver a esa persona nunca más, o si las cosas con esa persona han cambiado o simplemente si su camino se separa del tuyo y no puedes decirle todas las cosas que te quedan o gustaría decirle. Puedes coger papel y lápiz. Y escribirle una carta que puede ser eterna o una palabra, se la escribes a esa persona que se fue pero no la mandas, la doblas y luego la acercas a una llama y la quemas, entonces el viento se la lleva... Y así el dolor ya  no se te queda tan dentro.