Amor
fulminante, ese tipo de amor tan peligroso derivado del deseo. Que nos impide
pensar en todo lo que no sea nuestro objeto de obsesión. Cuando llega este amor todo lo demás queda en segundo plano mientras alimentamos nuestras
fantasías sobre nuestro ser querido. El problema del amor fulminante, obviamente es
que se trata de un espejismo, no es exactamente amor, más bien es un turbio
primo segundo del amor, que siempre nos pide dinero prestado y no consigue
tener un trabajo fijo. Este tipo de enamoramiento –o encaprichamiento- mayormente lo experimentamos cuando estamos
pasando por un momento malo o especialmente sensible. Cuanto más intranquilo y
desequilibrados estamos, más posibilidades hay de que nos enamoremos. Al pasar
por un momento de enorme tristeza o crisis
de identidad, somos carne de cañón para el amor. Y cuando te enamoras de
alguien no lo ves claramente, sino que te dejas engañar por tu propio reflejo y
nos lleva hacer todo tipo de locuras impensables en un estado normal. Por
ejemplo nos puede dar por sentarnos largas horas conectados hablando con un
guapísimo italiano. O algo así. Y
cuando se calman las aguas, varios meses después puede que nos dé por
preguntarnos ¿En qué estaría pensando? La respuesta suele ser:
“En nada, porque
no estabas usando la cabeza”.
Tssss...
ResponderEliminarPues como dice el buen Silvio, ¿qué se puede hacer si es cosa de él?
Saludos
La historia con Marco es hermosa. Me ha dado un poco de tristeza el final... Sigue escribiendo eres muy buena Marcela!
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