Recientemente he
mencionado que hay una razón por la cual los amigos que tengo son los mismos
que he tenido siempre. Esos con los que estudie, jugué, reí, lloré y crecí. Y es que, tanto ellos como yo
hemos sabido llevarnos muy bien en los buenos momentos y aun más en los malos. A los salvadoreños les gusta que se les recuerde
a diario cuanto le quieren y necesitan, pero
mis amigos y yo no somos así, no necesitamos esas dosis diarias de adulaciones
y cariño descontrolado. No le recordamos al otro cuanto lo queremos lo demostramos. Hemos tenido esas demostraciones de verdadera
amistad por muchísimos años buenos y malos y vaya que hemos tenido malos.
Aunque no estamos cada día del año demostrándolo hay algo especial entre
nosotros algo que sabemos que perdurara hasta el último de nuestros respiros. Y
es que por mucho tiempo que alguno se pierda, trabaje o incluso se enamore,
sabemos que siempre estaremos ahí. Como Do dice; si hemos sido amigas durante tanto tiempo es porque no estamos
constantemente presionando por hablar o vernos cada día, ni haciendo reclamos o interferencias sobre
nuestros logros o miserias. Ambas tenemos nuestro espacio que sabemos
reconocer y poner bajo control cuando se está excediendo. Eso lo he podido
comprobar mes con mes y año con año con mis mejores amigos, ellos me han soportado y han sabido manejar
mis arrebatos y ausencias como a nadie. Y eso déjenme decirles no lo hace
cualquier amigo, es un don que alguien permanezca hasta el final pese a todo lo
malo que pueda conocer sobre ti, es realmente admirable. Algo que comparo con
la relaciones, en la amistad también
tenemos que saber acomodar los desordenes y mentes retorcidas de tus amigos
junto a tu vida :).
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