lunes, 18 de agosto de 2014

Recientemente he mencionado que hay una razón por la cual los amigos que tengo son los mismos que he tenido siempre. Esos con los que estudie, jugué, reí, lloré y crecí. Y es que, tanto ellos como yo hemos sabido llevarnos muy bien en los buenos momentos y aun más en los malos. A los salvadoreños les gusta que se les recuerde a diario cuanto le quieren y necesitan, pero mis amigos y yo no somos así, no necesitamos esas dosis diarias de adulaciones y cariño descontrolado. No le recordamos al otro cuanto lo queremos lo demostramos.  Hemos tenido esas demostraciones de verdadera amistad por muchísimos años buenos y malos y vaya que hemos tenido malos. Aunque no estamos cada día del año demostrándolo hay algo especial entre nosotros algo que sabemos que perdurara hasta el último de nuestros respiros. Y es que por mucho tiempo que alguno se pierda, trabaje o incluso se enamore, sabemos que siempre estaremos ahí. Como Do dice; si hemos sido amigas durante tanto tiempo es porque no estamos constantemente presionando por hablar o vernos cada día,  ni haciendo reclamos o interferencias sobre nuestros logros o miserias. Ambas tenemos nuestro espacio que sabemos reconocer y poner bajo control cuando se está excediendo. Eso lo he podido comprobar mes con mes y año con año con mis mejores amigos,  ellos me han soportado y han sabido manejar mis arrebatos y ausencias como a nadie. Y eso déjenme decirles no lo hace cualquier amigo, es un don que alguien permanezca hasta el final pese a todo lo malo que pueda conocer sobre ti, es realmente admirable. Algo que comparo con la relaciones, en la amistad también tenemos que saber acomodar los desordenes y mentes retorcidas de tus amigos junto a tu vida :). 

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